Acerca de mi

Seguramente ya me habrás visto, estatura baja, morenita, cabello corto, una risa escandalosa y una personalidad díscola. A veces leyendo o siendo muy parlanchina...

miércoles, 26 de marzo de 2025

SON TUS BESOS, TUS CARICIAS








Solo Una Vez Mas 





El cuarto estaba en penumbra, iluminado apenas por el resplandor de la pantalla y las luces de la ciudad filtrándose ente las cortinas mal cerradas. la habitación definitivamente era un desastre de ropa, botellas medio vacías y el eco distorsionando de Brokendate. La luz de la ciudad iluminaba el filo de su mandíbula, el brillo húmedo en sus labios entreabiertos.

-Dime algo- murmuro ella, con la voz arrastrada, la cabeza ladeada contra el colchon 

El paso la lengua por su labio, saboreado el rastro margo del porro, su pulso desbocado en el pecho. Dejo escapar un suspiro entrecortado, no sabia si era el humo, la canción de fondo-el ritmo sintético, las notas parecían chocar contra el techo y caer sobre ellos como gotas densas- o el hecho de que tenia su pierna enredada con la suyas, su mano subió por el muslo de ella, apenas tocándola, como si ella fuera a desaparecer.

-Estoy demasiado jodido para pensar-confeso.

Ella soltó una risita, un sonido suave que se perdió entre el beat de la canción, y se arrastro encima de el, su cabello rozándole la piel desnuda. sus dedos se deslizaron bajo su camisa. fríos contra el calor de su piel, y el trago saliva, sintiéndolo todo con demasiada intensidad: el peso contra su cuerpo,  la forma en la que su respiración se enredaba con la suya, el roce de su boca, suspendido en el borde del abismo.

-No pienses-susurro ella, y sus labios finalmente se encontraron.

sus labios eran lentos, como si ambos flotaran en el ritmo de la música, deslizándose en la decadencia sucia de Brokendate, sus manos se perdieron en caricias perezosas, exploraciones torpes pero ansiosas. se deslizaron, se apretaron, se fundieron en el ritmo de la música y el latido acelerado de sus corazones . Ella soltó un suspiro y eso basto, para que la gravedad dejara de importar .

La ciudad seguía ahí afuera, distante olvidada. P ero en ese cuarto, entre susurros y tactos que incendiaban la piel, la realidad se desvanecía.





 

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